Felices años perdidos

Hace unos días escuche a Dante Gebel decir “Yo no tengo 51 años de edad. Ya los perdí, perdí 51 años, ya pasaron, no los tengo más”. Comenzó a compartir una reflexión que me hizo pensar sobre el hecho de pasar tanto tiempo meditando en el pasado, confundiendo lo que es un análisis crítico para no repetir viejos errores con una nostalgia eterna. 

A veces cuando terminamos relaciones, noviazgos, amistades o familiares que por cuestiones de distancias ya no serán igual, pasamos un tiempo de duelo donde cada uno lo pasa a su manera. Algunos se enojan, otros viven con dolor, amargura o la mirada perdida recordando “viejas grandes épocas”.

El pasado pasó, hay que vivir el hoy

Más de una vez al ir creciendo perdí amistades o relaciones profesionales que se terminaron y uno queda confundido. Tarde o temprano al ver todos los que nos rodean, vemos la normalidad de ir “perdiendo” personas, lugares, oportunidades, etc.

Los 24 años de mi vida que perdí, los viví con la mayor intensidad que se me ocurrió, me permití y pude ofrecerme. Puedo arrepentirme de algunas cosas, puedo reflexionar sobre ciertas acciones para no caer en ellas de nuevo, pero no puedo vivir melancólico pensando “si tan solo podría tener otra oportunidad…”.

Doy gracias a Dios por todo lo vivido y sumamente confiado que me sostiene y tiene mucho más para enseñarme. Así que no dudo en ser rápido día a día. Si una relación se termina, agradezco lo vivido, pero miro hacia el horizonte. El dolor puede ser una estación, pero el tren sigue camino.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *