Cuando buscamos el “éxito” equivocado

Hace pocas horas Argentina terminó su partido por los cuartos de final contra Holanda dejando como gran estrella, una vez más, al Dibu Martinez. Pero no quiero hablar sobre sus habilidades dentro de los 3 palos, sino de su habilidad para resistirse a él mismo.

En entrevistas brindadas, el arquero de la selección Argentina contó en más de una oportunidad como se atiende por un psicólogo que está con él hace tiempo. ¿El motivo? el “éxito” que no parecía llegar. Si bien no usaba estas palabras, Martinez manifestaba su dolor o pena en su carrera al creer que no encajaba o que quizás nunca pueda llegar a un mundial, que es el máximo anhelo para todo futbolista. El Dibu pasó más de 10 años en el fútbol europeo, completamente desconocido para el público Argentino, y yendo de club en club sin sumar muchos minutos de titularidad o sobresaltos. Así, con poco que perder, pero todo por ganar, reemplazó a Franco Armani en la Copa América, y “se comió” a todo el público Argentino. 

10 años parece poco o mucho, dependiendo el rubro, ámbito o en que sea nuestro punto de medición. En una carrera deportiva, 10 años puede ser una eternidad, pero en este caso la historia tiene un final feliz para el portero. Ahora, ¿y si nosotros llevamos más de 10 años esperando un “éxito” equivocado? quizás tengamos, como futbolista, un “mundial” para lograr y ese sea nuestro gran objetivo. Por ejemplo, para un músico es vivir de su arte y llenar estadios, un estudiante de abogacía puede anhelar su propio estudio jurídico o una banca en diputados, una persona que estudia comunicación quizás aspira a estar en grandes medios de comunicación, etc.

¿Estás buscando en la dirección correcta?

También podemos ver personas anhelando el éxito en lo emocional. “Voy a ser feliz cuando me case”, “voy a estar plen@ con un hij@”, “Mi sueño es recorrer Europa con mi pareja”, “voy a vivir en paz cuando me sobre dinero”. ¿Y si no es ese nuestro “mundial”? ¿y si ese no es nuestro éxito o desarrollo personal? ¿Que tan mío es ese anhelo y que tanto hay de quizás una presión externa por conseguirlo?.

Muchas veces escuchamos de padres que, sin quererlo, de forma inconsciente presionan a sus hijos para que logren lo que ellos no pudieron. O quizás los incentivan a que se reciban de la misma carrera, vayan a la misma facultad, se casen jóvenes o elijan cierto camino que parece el indicado. Eso nos pone un norte que no es nuestro, sino que es impuesto por un tercero.

“¿Ustedes con Belén pelean?”

También las redes sociales nos autoimpone un “éxito” que si no llega, nos hace sentir insatisfechos. Tener muchos seguidores, muchos likes, recorrer paisajes increíbles, vivir experiencias únicas con amigos, ir a recitales todos los fines de semana, tener una familia fotogénica y graciosa, todo eso si no lo estoy viviendo ¿está mal? ¿estoy mal?.

Un amigo mucho más jóven que yo, estaba iniciando su primer noviazgo con una chica y me pregunta con mucha vergüenza “¿ustedes pelean con Belén?”. Yo me reí e inmediatamente me salió un “obvio”. El se sorprendió y me comentó que con su novia no se ponían de acuerdo en ciertas cosas y él creía que en las relaciones todo era color de rosas, claro en Instagram nadie comparte sus desafíos personales y las peleas de la vida. El sentía que su relación no estaba destinada al “éxito” porque había conflictos, ahí estaba el error: el “éxito” se lo marcó el mundo fake del filtro de las redes, nunca tuvo una meta personal clara

Volvete a preguntar: ¿quiero ese “éxito” o alguien/algo me lo impone?

Ya sea un familiar con buena intención, los famosos en redes sociales, los likes, un libro de autoayuda que nos da 6 pasos para ser exitoso, volvete a preguntar: esa meta que me puse, ¿realmente la necesito para sentirme pleno? ¿Y si lo que Dios quiere para mi vida es otra cosa? muchas veces me pregunto, ¿hago de mi vida lo que yo quiero o lo que Dios quiere para mi vida? En mi caso personal, recordarlo a Él me da guía, ya que mi egoísmo y el mundo exitista que me rodea fácilmente me puede confundir.

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