Vivir en Capital Federal para mi es realmente maravilloso. Comida rápida, lugares increíbles, autos que van a toda velocidad, bondis que viajan como si no hubiera un mañana por sus carriles exclusivos y mucho más. Vivir en CABA es sin dudas una gran experiencia.
En cuanto a residencia, el 90 por ciento de los habitantes vivimos en departamentos, es así, hay que aceptarlo. Y lo otro que hay que aceptar es la convivencia, el famoso: “consorcio”. Nunca me involucré en esas reuniones, ya bastantes historias conocí de ellas para saber que no es un lugar donde justamente uno vaya para hacer amigos.
Algo que cada cierto tiempo -aunque debería ser muy frecuente- ocurre en los edificios son los días de fumigación. En mi caso sucede un sábado al mes donde quien esté presente justo por la mañana de ese día, tendrá el bendito fumigador que pasa por su depto. Y le doy ese nivel de “deidad” al hombre, porque extermina a la plaga infernal que ataca toda esta gran ciudad: Las cucarachas.
Con mi esposa mantenemos el departamento lo más impecable posible, pero ahí están, siempre aparece, al menos una. No hay manera de frenarlas. Muchas veces les pedimos a los fumigadores tips y consejos, pero más de uno nos señalan lo siguiente: el vecino de al lado, tiene un gran nido de cucarachas, está infectado porque prácticamente no limpia.
Y esto me lo marcan muchos fumigadores que previo a mi departamento pasaron por el que tengo al lado manifestándole que: no importa el esfuerzo que haga todo un edificio, con un solo departamento infectado, la batalla está prácticamente condenada a ser eterna, no perdida, pero sí duradera.
Las moscas muertas hacen que el ungüento del perfumista dé mal olor; Un poco de insensatez pesa más que la sabiduría y el honor. Eclesiastés 10:1
Así como un vecino solo puede ser la causante de que una plaga de cucarachas sobreviva en un edificio, ya que siempre tendrá una trinchera, de la misma manera los pecados ocultos, por más pequeños que sean, no nos dejaran progresar. Pasamos lavandina, compramos los mejores aromatizantes, decoramos el exterior, pero en el fondo de bajomesada siempre estará una cucaracha buscando donde poner sus huevos para multiplicar a su familia.
Si nos damos el lujo de cambiar nuestras palabras, nuestros horarios y compromisos, como nos vestimos, pero nuestro corazón sigue igual, las cucarachas seguirán teniendo su fortaleza intacta. Podemos dejar de insultar, no frecuentar más los lugares donde sacaban nuestros peores hábitos y comenzar a ir a una iglesia, de nada servirá eso si permitimos un pecado dentro nuestro.
Ojo, no estoy hablando de buscar la perfección. No existe tal cosa. Sería muy hipócrita de mi parte venderte que no tengo mis luchas y tentaciones rondando al rededor de mis días. Lo que busco compartir es que no ocultemos el pecado, no lo dejemos en un costado tratándolo como algo «insignificante» o menor. Todo lo que no nos haga bien y saque una mala versión nuestra, debemos conbatirlo.
Ahora bien, ¿deberíamos seguir pecando para que Dios nos muestre más y más su gracia maravillosa? ¡Por supuesto que no! Nosotros hemos muerto al pecado, entonces, ¿cómo es posible que sigamos viviendo en pecado? ¿O acaso olvidaron que, cuando fuimos unidos a Cristo Jesús en el bautismo, nos unimos a él en su muerte? Pues hemos muerto y fuimos sepultados con Cristo mediante el bautismo; y tal como Cristo fue levantado de los muertos por el poder glorioso del Padre, ahora nosotros también podemos vivir una vida nueva. Dado que fuimos unidos a él en su muerte, también seremos resucitados como él. – ROMANOS 6:1-5
Debemos intentarlo, no bajar los brazos. Si queremos eliminar todas las cucarachas de nuestro departamento, no puede haber un solo día donde no lavemos los platos sucios. La suciedad siempre está ahí, aparece, no vivamos con ella cómodamente, no dejemos que se estanque. Limpiemos nuestros corazones a diario.
PD: Vecino si estás leyendo esto y te ofende… bueno, nada… pasa lavandina.
