Fe para empezar VS Fe para aguantar

Cuando empiezo a escribir un artículo, una reflexión, pensamientos o lo que sea, por lo general los dos primeros párrafos salen muy rápido. Fluyen las palabras, prácticamente lo que escribo al inicio queda tal cuál porque me deja conforme como lo fui manejando.

Pero cuando llego al 3er, 4to párrafo empiezo a revisar, a ir más lento, poco a poco dudo más de cada palabra y esa seguridad inicial ahora se transforma en inseguridad sobre lo que quiero redactar de cara al futuro. «Ya no se como seguir» «creo que esto en dos párrafos ya se resume» «mejor estudio más y vuelvo en otro momento con esto». Y así hay muchos escritos que lamentablemente quedaron truncados porque si bien tuve fuerza para comenzar me quedé sin energías en el camino.

Hoy pensaba en unas personas muy cercanas que están comenzando su proceso de independencia económica de la familia, llevan ya unos meses viviendo de forma independiente en lo económico, emocional e incluso a una gran distancia de sus casas natales. Y lo que empezó con mucha fuerza fe y expectativas, poco a poco se fue convirtiendo en frustración, desgaste y anhelo por retroceder.

Cuando indagas que le pasa una persona que está en estas situaciones, por lo general encontramos un patrón: el camino fue mucho más duro de lo que esperaban que sería. Es tremendamente emocionante cuando sentís que Dios está en tu camino, que te da una dirección y comenzás a dar esos pasos de fe, el inicio siempre es fácil porque está empujada por una gran cuota de: palabras de aliento, fe y visión.

La fe que tenías para iniciar no sirve para progresar. Hay que buscar otro nivel de fe.

No es la misma fe la que se requiere para ser un buen novio a la que necesitaremos para ser un buen papá. Quizás siempre soñaste con tener una familia, pero ahora que la tenés no podes esperar a moverte con la misma fuerza que tenías antes. Las «mancuernas» que te presenta la vida viene en cada nueva etapa con mayor peso, no vas a poder levantarlas comiendo igual que siempre, entrenando poco y sin disciplina.

Dentro de poco con mi esposa vamos a cumplir 6 años desde que nos pusimos de novios. En el medio nos casamos, nos mudamos dos veces, nos quedamos sin empleo, tuvimos momentos duros, nos volvimos a levantar y ahora se nos vienen nuevos desafíos. Ya no la amo como antes, porque mi amor «evolucionó». Ya mi amor no es el de cuando éramos novios, porque mi amor ahora tiene más sustento, más raspaduras, más fuerza, más razones para amarla. Una relación va pasando tantas cosas que el amor de ayer siempre quedará chico con el amor que se va alimentando con los años y las nuevas etapas.

Así que en la vida debemos entender este principio: la fe de los 18 años para comerte el mundo, es genial para comenzar, pero a los 26 años necesitas una fe que te lleve a seguir luchando, sostenerte, esperar, ser disciplinado y estratégico. No podremos tener siempre todo al tiempo deseado, pero si podemos esperar que Dios nos sustente y de su aliento. Elevemos nuestra fe inicial a una fe más madura que pueda evolucionar, soportar y desarrollarse.

Que no te canse el día a día. Andate a dormir hoy buscando renovar tu fe y volvé a levantarte con esperanza. Es momento que tu fe inicial, evolucione a una fe para aguantar los momentos duros y también darte el lujo de disfrutar día a día.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *